26/7/17

Dr. Gerardo Gayol (Argentina)

Las partes montan un show para convencer al jurado

Dr. Gerardo Gayol
Juez y docente universitario

Extractos:

Los juicios orales se llevaban a cabo entre profesionales, por lo que el vocabulario allí empleado era otro ya que se debe responder a determinadas cuestiones que son las que se estudian en la carrera de Derecho de esta Casa de Altos Estudios. Se trata de cuestiones que tienen que ver con la conformación del delito y con cuál fue su motivación, entre otras cosas. Hay un poco de psicología, mucho de filosofía y un gran componente de derecho penal y de derecho procesal. Cuando hablamos de juicio por jurados, todo eso desaparece, porque el público en general entiende las cosas de una manera diferente y, en este contexto entonces, las partes se preparan más para un show, en donde no tienen que convencer que su postura es la adecuada al derecho y es la razón y la verdad, sino que deben convencer a doce personas. La defensa deberá convencer a una, ya que, como está explicitado en la ley, con que un solo jurado dude ya obtiene la absolución, mientras que el fiscal entonces tiene que convencer a doce.

Me parece que este formato pone en crisis al propio criterio de justicia. Si usted me dice el que mató al malo está bien que lo haya hecho y que está bien pensar que hay que castigar al que hace cosas sólo por el hecho de haberlas hecho, entonces qué conceptos de justicia queremos, qué cosa es lo que está bien y qué cosa es lo que está mal. El común de la sociedad a veces da permisos para actuar que están más allá de los propios permisos que dice el código penal. Las causas de justificación del código penal son muchas menos que las que el público general considera como justificantes para un actual. O acaso cuando vemos por televisión un grupo de personas que encontró a alguien robando y le pegan y le causan terrible daño no dicen “se lo merecía”. Están justificando la actitud de los violentos que golpearon a aquel que estaba robando.

En un juicio donde se estudie si una persona mató a su padre y a su madre con ensañamiento y alevosía o para procurar otro delito, o sea, un homicidio grave, un solo jurado que diga “yo dudo de esto” es suficiente para que el hombre salga absuelto, frente a once que están diciendo “es culpable”, entre otros detalles más para lograr absoluciones y no condenas.

Creo que la Ley de Juicios por Jurados necesita cambios urgentes. No me parece que el hecho de que el juicio por jurados prevea un sistema de interrogación para la defensa y otro en una posición más baja para la fiscalía sea lo que la sociedad está reclamando. No me parece bien que la defensa pueda recurrir el fallo (apelar/impugnar) y el fiscal no, y tampoco me parece adecuado que se requiera la unanimidad del jurado para un veredicto condenatorio.

Creo que es este sistema es perfectible, que necesita reformas urgentes y que hoy se llevan adelante los juicios en función de sensaciones. Esas sensaciones se las dan las partes que teatralizan un acto y que fundan su alegato no en el derecho sino en ver cómo mascaran lo que ellos quieren hacer que piense el jurado.
 


Dr. Gerardo Gayol 
Juez y docente de la Universidad Nacional de La Matanza

Gerardo Gayol: “El concepto de Justicia está en crisis”
Por Carolina Vespaciano - Agencia CTyS-UNLaM

El Digital
25 de julio de 2017

23/7/17

Dr. Adolfo Rocha Campos (Argentina)

El juicio por jurados es demagógico

Dr. Adolfo Rocha Campos
Ex magistrado

Extractos:

A la Feria del Libro de hace dos años vino Mauro Szeta, periodista especializado en temas judiciales. El mismo explicó que luego del asesinato de Angeles Rawson, los televidentes estaban prendidos en la pantalla. Ellos querían que el asesino fuera el padrastro "que tenía cara de degenerado" (los canales conocen la audiencia minuto a minuto). Cuando se explicó que el padrastro estaba en el banco a la hora del asesinato, la audiencia se vino abajo. Los televidentes querían ese asesino, no el real. A este fino sentido de justicia quiere entregarle el Dr. Juliano la resolución de los juicios a través del jurado.

El Juicio por Jurado es una rémora mágica en la sociedad actual. Doce personales virginales en el conocimiento del Derecho (recuérdese la importancia de la virginidad en épocas pretéritas para ciertos ritos) asisten a una representación. No pueden preguntar ni hablar con nadie. Cuando termina la representación, el Juez les da instrucciones, que es una forma elegante de darle órdenes, el jurado se reúne y delibera en secreto. Se supone que en ese momento desciende sobre ellos la sabiduría (Hechos de los Apóstoles Cap 1-26; Cap ll 1-2-3-4). Luego emite su veredicto sin fundamentos. En algunas jurisdicciones, si el juez no está de acuerdo con el veredicto, puede anularlo y llamar a un nuevo jurado. Salvo que el jurado se equivoque a favor del acusado y contra toda evidencia lo declare inocente. Es que el Derecho Penal está copado por los abogados de la defensa, ya que ahí está la plata grande.

El jurado no tiene nada que ver ni con el Pueblo ni con la Democracia, ni con la Constitución Nacional ni con el Debido Proceso. Lo he escrito y publicado en revistas especializadas de alto nivel y están a disposición de quien quiera leerlas. Así que esos temas no los voy a debatir aquí, en el reducido espacio de un diario. Solo agrego que el jurado se creó en una época en la cual no se había instrumentado aún el Poder Judicial con todos sus mecanismos.

Entonces, los vecinos del pueblo se reunían, deliberaban y resolvían: inocente o culpable. Porque ellos conocían a cada uno y sabían la verdad o la apariencia de verdad a través de hechos que estaban en su mundo. Pero como expresa un prestigioso jurista americano, la maldición del jurado sobrevino cuando aparecieron las abogados. Ellos revistieron un acto de justicia bárbara e intuitiva en un auto sacramental.

Los vecinos decidían hasta doce casos por día. Con su apoderamiento por los abogados, el jurado pasó a ser una institución complicada y retorcida, llena de expertos, trampas y recovecos, que tarda meses en expedirse sobre un caso. Pero no deja de ser lo que era. Un acto bárbaro. A un sulky le podemos instalar GPS, llantas de aluminio y riendas electrónicas. No por ello dejará de ser un sulky. Con el jurado pasa lo mismo.

Pero el jurado pertenece al mundo del pensamiento "políticamente correcto, simpático y progresista". En consecuencia, sus partidarios se recubren de esos calificativos. Se trata en realidad de un acto demagógico por el cual se le hace creer al Pueblo que los abogados y jueces le han robado su capacidad para decidir lo que es justo y a través del jurado se lo devuelven.

Se declara que el conocimiento del Derecho es perjudicial para la Justicia. Con ese argumento, los escribanos no pueden ser jurados y una provincia de la Patagonia (creo que Chubut) excluye hasta a los profesores de Derecho aún cuando no ejerzan la profesión. Conocimiento no, ignorancia sí. Con el mismo argumento podríamos resolver que el conocimiento de la medicina es perjudicial para la salud y encomendar los diagnósticos del hospital a curanderos, astrólogos y tarotistas. Pero basta de argumentos abstractos. Hace varios años que tenemos jurado en la provincia de Buenos Aires ¿Hemos mejorado en materia de seguridad? Preguntar a los vecinos.


Dr. Adolfo Rocha Campos
Ex juez del Juzgado Civil y Comercial N°1 de Azul
Profesor Honorario UNICEN

Los juicios por jurados se tratan en realidad de un acto demagógico
La Ciudad

Diario El Popular - Olavarría - Pcia. de Buenos Aires - Argentina
23 de julio de 2017

4/7/17

Dr. Miguel Ibarlucía (Argentina)

La ley de jurados debe ser urgentemente reformada

Dr. Miguel Ibarlucía
Abogado tandilense

Extractos:

La BBC de Londres ha dado a conocer que un Tribunal del Estado de Chicago anuló la sentencia dictada contra Brendan Dassey luego de que un jurado lo hallara culpable hace más de once años. Pero, ¿quién es Brendan Dassey y qué relación tiene con nosotros? Se trata de uno de los dos protagonistas de la exitosa serie documental “Making a murderer” (Fabricando un asesino) de Netflix que narra con lujo de detalles y filmaciones reales el juicio contra este muchacho y su tío, Steven Avery, por el supuesto asesinato de una periodista en un condado del Estado de Chicago.

Nadie que se tome el trabajo de ver toda la serie —son diez capítulos puede dejar de quedar indignado por la forma en que ambos son condenados, pero para quienes somos hombres de derecho nos resulta incomprensible y nos asombra la falta absoluta de todo tipo de garantías en los tribunales estadounidenses.

No sólo un joven de 17 años es interrogado durante más de cuatro horas por dos detectives expertos sin darle posibilidad de llamar a un abogado ni que lo acompañe su madre sino que en el juicio, cuando el joven se retracta de todo lo que declaró en su contra presionado por los investigadores, el jurado hace valer su primer declaración, tomada fuera del juicio y sin ninguna garantía. La misma fue obtenida prometiendo una rebaja en la condena si imputaba a su tío y bajo amenazas de condena perpetua. Es decir, mercadeando con las penas.

Pero, ¿cómo fue posible su condena si no había más pruebas contra él que una confesión obtenida bajo presión, de la cual se desdijo en juicio? En nuestro sistema judicial esa primera confesión carece de todo valor, y más aún si no fue hecha ante un juez o previa consulta con un abogado que lo aconseje. La respuesta es sencilla: en el sistema judicial estadounidense el jurado puede fallar cualquier cosa porque no tiene ninguna obligación de fundar su sentencia. Aunque no haya pruebas puede condenar porque no le gustó la cara del reo, porque es negro, hispano, mendigo u homosexual. No sólo no debe dar las razones por las que condena sino que además es absolutamente impune si comete una injustica, como en este caso.

Desgraciadamente este sistema ha sido instalado en la Provincia de Buenos Ares por ley 14.543 del gobernador Scioli como un gran adelanto y profusa propaganda. En otros países, como en España, la sentencia del jurado debe ser fundada. O los jurados son también integrados por jueces sistema llamado escabinado que rige en la Provincia de Córdoba. Pero no así en nuestra provincia. El jurado puede dar su veredicto sin decir por qué una persona es inocente o culpable. Y nadie responde por un error. Sólo el juez puede anular el veredicto si se aparta notoriamente la prueba producida. En cuyo caso ¿para que se convocó al jurado?

Desde hace tiempo, ante el aumento persistente de la inseguridad, los gobernantes prometen reformas de todo tipo como si estas fueran la panacea a un problema complejo, estructural y sólo soluble a largo plazo.

La probation, el juicio abreviado resultado de una negociación, el criterio de oportunidad y finalmente el juicio por jurados al estilo norteamericano, cada vez más abandonado en el mundo. Se trata de prometer algo, hacer campaña, aunque no sirva para nada.

Desgraciadamente, faltos de autoestima, volvemos siempre los ojos hacia los Estados Unidos, país de una inmensa población carcelaria donde el sistema de jurados ha servido poco y nada para garantizar la justicia (recordemos el caso Simpson, Rodney King y otros). Y, a estar a lo que surge de la serie Making a murderer y de muchas otras películas el sistema penal es un verdadero disparate (las penas se negocian, los abogados y fiscales inducen la declaración de los testigos, se obliga a una persona a declarar contra sí misma, etcétera).

Por supuesto que también los jueces se equivocan y cometen injusticias, pero al menos deben dar las razones que fundamentan sus sentencias y estas pueden ser apeladas. No son simples expresiones de voluntad arbitraria. Porque la función de un sistema penal no es encontrar alguien a quien condenar para dejar contenta a la población, sino condenar sólo a quien se ha encontrado culpable sobre la base pruebas racionalmente evaluadas. Así es por aplicación del viejo apotegma, políticamente incorrecto, que enseña que es preferible dejar libre a un culpable que condenar a un inocente.

La ley de jurados de Scioli debe ser urgentemente reformada si no queremos Brendan Dasseys en nuestra provincia y obligar a los jurados a fundamentar sus sentencias.


Dr. Miguel Ibarlucía
Abogado tandilense

Las enseñanzas de “Making a murderer” para nuestro sistema judicial
Opinión

El Eco - Tandil - Pcia. de Buenos Aires - Argentina
4 de julio de 2017

1/7/17

Dra. Alicia Freidenberg (Argentina)

Buscar justicia en un jurado es como buscar medicina en un curandero

Dra. Alicia Freidenberg
Jueza camarista
Tucumán - Argentina

Extractos:

El jurado popular es posible en Estados Unidos porque allí no existe la ciencia penal: todos son hechos. Por eso nosotros no podemos importar esta institución. El juicio por jurados nació en el siglo XIX para frenar el absolutismo monárquico y castigar menos. Pero aquí, lamentablemente, pretenden imponerlo para castigar más.

Todo lo que se dijo hasta aquí me da la razón. No creo que el juicio por jurados sea un mandato constitucional. Juan Bautista Alberdi no lo incluyó en su proyecto. El instituto fue introducido vagamente: no hay sanción para su falta de aplicación. Además, la Constitución también dice que los cargos públicos deben ser ejercidos por personas idóneas.

El pueblo elige a sus representantes de los poderes políticos y estos eligen a los jueces. ¿A quién representa un jurado elegido por sorteo? A mí no. Puede salir sorteado un esquizofrénico, un drogadicto... Buscar mejor justicia en un jurado es como buscar mejor medicina en un curandero. Si vamos a elegir juzgadores por sorteo, para el caso hagamos lo mismo con el gobernador, el presidente y los legisladores, y tal vez nos vaya mejor.

Los juicios orales de hoy garantizan la publicidad y la participación ciudadana: la gente puede ir si quiere, pero resulta que en la mayoría de los casos no van ni los parientes de los afectados directos. El juicio oral no soluciona el problema de la delincuencia, que crece porque se expande la marginalidad.

La implantación de los juicios orales en 1992 buscó la publicidad, la inmediatez, la celeridad y la economía. El juicio por jurados no cumple con los últimos dos requisitos. Me pregunto si es factible ponerlo en práctica en Tucumán: parece imposible porque es la modalidad más cara. Hay que pagar a los jurados, además de costear sus gastos.

Pero quiero que me expliquen cómo a un ciudadano aprende en minutos todo lo que aprendí en seis años y en 50 más de perfeccionamiento. Al jurado se lo maneja con sentimientos, no con hechos ni pruebas. Por otro lado, el juez dispone de todas las condiciones para ser independiente.

También es un dato de la realidad que la enorme litigiosidad existente proviene del incremento de los delitos y que la prevención no depende del Poder Judicial. Se está engañando a la población: con los jurados populares no habrá ni más seguridad ni más justicia. Nadie nace delincuente: sólo habrá menos delito con la ampliación de la educación, de la vivienda, de la salud y del trabajo.


Dra. Alicia Freidenberg
Jueza de la Sala VI de la Cámara Penal de Tucumán - Argentina

¿Un juicio “Farré” en Tucumán? Cuatro expertos se preguntan si es válido y posible
Debate

La Gaceta
2 de julio de 2017